Juan Carlos Castro
Florista
Hola, me llamo Juan Carlos y he dedicado mi vida a bucear. Sí, a bucear, y vosotros diréis: ¿y eso que tiene que ver con el mundo de las flores?
Pues lo explico: desde pequeño me fascinó el arte, sobre todo la escultura y la pintura, por eso buceé en este campo.
En mi juventud, mi búsqueda fue por el mundo espiritual y viví una experiencia apasionante en varios estilos de vida monástica. Allí descubrí que las flores son mucho más para adorar que para adornar. Luego, mientras trabajaba en temas sociales, seguí buceando y descubrí el fascinante mundo de las orquídeas y el Ikebana. Y esto me salvó de naufragar en este inmenso y profundo océano.
Tengo una fe profunda en que en la complejidad de esta vida, en el ajetreo y la prisa, una flor puede hacer que te detengas un momento, que te conmuevas, que te quedes sintiendo sin más. Esto es la firma que quiero dejar en cada diseño que salga de Flor Zen.
Hay que hacerle caso a las flores, basta con mirarlas y olerlas . Mi flor embalsamaba el planeta, pero yo no sabía gozar con eso.
Si alguién ama a una flor de la que sólo existe un ejemplar entre millones y millones de estrellas, es suficiente mirar al cielo para ser feliz pues puede decir satisfecho: ‘Mi flor está allí, en alguna parte…’